martes, 23 de agosto de 2011

DE LAS ESTRUCTURAS BUROCRÁTICAS, LA POESÍA Y OTRAS MEZCLAS ESÓTERICAS.

Como diría Ersinor Sahugun Pérez “Se irá todo  al carajo y yo seguiré escribiendo y disparando irremediablemente arrecho porque no sé qué otra cosa hacer”.
La idea de darle existencia a este artesanal intento de revista web y a otros ya fracasados, consiste fundamentalmente en luchar por dar voz (existencia escrita, o evidencia impresa) a tod@s aquell@s poetas oficiosos de la vida, el amor, la locura, los garabatos… etcétera, etcétera, etcétera  (el universo difícilmente puede ser enumerado aquí por tanto trataremos de materializarlo en la praxis existiendo ya que los números resultan más atractivos para numerosear que para enumerar).

Pero como todo intento humano en este sistema u “orden” de cosas y coses, corremos el riesgo de pervertirnos en una forma aburrida y contraria al idealismo militante que le dio vida a nuestra lucha. Pensando en todo esto me encontré ante la posibilidad de participar como parte del cronograma de actividades de la última Feria del Libro de Caracas. Espacio ansiado para el coqueteo con otros mundos entre estanterías y anaqueles plagados de libros nuevos, viejos, mohosos, a diez bolos, incomprables, con botones que hacen ruidos, para colorear, y otros y otros y… y entonces a pesar de la emoción por propagar la poesía con un esbelto y erótico micrófono, en tarima, con fotos de por medio; tuve que preguntarme ¿realmente requiere la poesía de un micrófono para hacerse presente? ¿La oferta de refrigerio y quizás una nota de prensa son una agresión a este oficio o un reconocimiento del mismo? Complicado.

Si uno se piensa como un trabajador de la cultura –lo que ciertamente cree un@ que es- o como un personaje que escribe porque no sabe hacer otra cosa, y resulta que eso es un poco lo que soy –yo. Para mí la poesía es una necesidad, es tan necesaria que me persigue obsesivamente y me obliga a gritarla en cualquier parte, pero es también mi único lugar, mi arma letal para pelear por transformar ESTA realidad, revolucionar, revolucionarse, revolucionarnos… estrategia, política imperfecta de contracultura, estadía caótica en la nada-todo, palabra que muta en acción, por ello resuelvo:
“No quiero, ni puedo institucionalizar –me-la” porque no sé qué quiere eso decir.

Institucionalizarme YO en este oficio no escogido no me interesa. Mis poemas no son míos, y a nadie le importa, nisiquiera a mí. Mi sustento material procuromelo con trabajos más honrados como barrer calles.

La cuestión está entonces en una necesaria autonomía de aquel que quiera liberar y liberarse. El amarre a la institucionalidad de un Estado que aún mantiene su estructura burguesa es una estupidez. La lucha por desmantelarlo no puede estar cargada de un endeudamiento y engrosamiento de sus nóminas, y mucho menos en el nombre de la cultura - habrá quien conmigo difiera, los conozco, los he oído- porque reproduciría la absorción de esa capacidad del decir y hacer para regularla, publicitarla y mercadearla. Aunque debemos reconocer que  en determinados casos permite ciertamente un despertar, un reconocer, un dar a conocer, un proyectar muy bueno para quien requiere ese apoyo, pues muchos oficios culturales requieren de “cosas”  o creen requerir de ellas; en cualquiera de los casos la imposibilidad de reinventarse, cuestionar, criticar, ametrallar y mandar a la mierda todo mata al poeta. “Y poetas semos todos”. El ego henchido o hinchado es un asiento cómodo, sino que lo digan algunos premios que caminan y saludan por las calles, y yo no soy “nadie” para decir esto, no tengo más autoridad que la de existir.
Derrumbaremos entonces, entiéndase bien, todas las Escuelas de Letras, Academias, Ministerios y nobeles galardones si es necesario porque cazamos terrenos para sembrar alma, y aún en la Feria el libro, con el libro en la mano, en el Festival Mundial de Poesía y de la mano de “Los poetas” rescatamos a todos esos que no se enferman de premiotistica academicista aguda, y tambié a aquell@s que no preender ser voceros de una revolución que no llevan a cabo (y con eso me refiero a los que fingen ser activistas, y o único que ativan en su ansía de "fama" malllevada a escena) y saludamos la continuidad de una política revolucionaria que intenta también viciada y todo, hacer.

Que las instituciones en transición al Socialismo valoren y apoyen la transformación de la subjetividad, que se reconozca a todos los que somos y los que no, que se respete al oficioso constructor de imaginarios y a su hermano que construye bloques para alojar sueños y desalojarlos también, pero sin creer  que se nos están concediendo privilegios, sin edificar nuevas elites culturosas ahora en nombre de la Revolución, porque sabemos quiénes son y porque lo hacen.
Luchemos por esa conquista de espacios, sin olvidar que la poesía existe sin y con nosotros, y que es nómada hasta cuando se enraíza, no es solo la que se escribe con tinta, poeticratizarnos desde que nacemos para que algún día comamos poemas en vez de carne humana.

Tulios Kraft. 

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