(Protesta a favor de la causa Palestina en Altamira, Caracas-Venezuela, 23 de septiembre de 2011) |
Patricia A. Méndez. 2011[1]
I. Esta es la hora de la verdad.
Justo ahora que el mundo se convulsiona ante las decisiones de los Estados Unidos y del imperialismo internacional en búsqueda de reanimar al sistema capitalista a través del militarismo, y demostrar así que aún no han perdido la hegemonía (léase Afganistán; Iraq; el golpe de Estado en Venezuela; Honduras; el intento hecho en Ecuador; Egipto y Libia solo para empezar) el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbás, llamó a la 66° Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) a reconocer Palestina[2] como país libre e independiente, solicitando además el ingreso de la nación como miembro número 194 del organismo multilateral, haciendo un llamado a la conciencia de los miembros de dicho organismo.
La situación de crisis de la población Palestina es provocada por el no reconocimiento del Estado Palestino como independiente, y la continua agresión por parte de Israel a través de su política de asentamientos, que constituyen claramente una violación a los Derechos Humanos. La ocupación de Israel "está buscando redefinir las fronteras de nuestra tierra y completar una situación de facto que modifica la realidad y socava el potencial real para el surgimiento de un Estado palestino", ha denunciado Abbás, además de esto “la potencia de ocupación estableció un bloqueo en la Franja de Gaza sacando a los palestinos de sus tierras con ataques aéreos y cañones que representan la guerra de la agresión que ya lleva años".
El pedido de Palestina, más que justo después de más de 60 años de guerra con Israel, cuenta con el apoyo de 128 países de la ONU, es decir, dos terceras partes de la Asamblea General de la ONU. No obstante, Estados Unidos, firme en su estrategia por recuperar la hegemonía internacional, ha amenazado con rechazar la demanda en el Consejo de Seguridad, donde los palestinos necesitan nueve votos sobre un total de 15 y sin ningún veto de los miembros permanentes (EE.UU., Francia, Gran Bretaña, China y Rusia).
Sin embargo, este reconocimiento aunque representa una evolución en la relación de fuerzas a nivel internacional, puesto que Palestina podría ingresar a las diversas organizaciones que conformar este organismo multilateral: la UNESCO, la FAO entre otras, y acudir a la deslegitimada “justicia internacional” está muy lejos de representar una victoria para los derechos que los palestinos aún deben luchar. El plan Abbas para el Estado 194 ha generado debate en sus propias filas. En el fondo, la misma discusión que pervive desde hace años. Por una parte, Al Fatah y algunos socios de la Organización por la Liberación Palestina (OLP), que defienden la ofensiva diplomática. Por otra, Hamas y la Yihad Islámica. Entre ellos, toda una amalgama de grises donde destacan los «peros» de buena parte de la sociedad civil organizada, que han extendido la discusión a sus redes de solidaridad dispersadas por todo el mundo.
En realidad, nadie ha tomado un posicionamiento excesivamente claro. El «todo o nada» que ha caracterizado las divisiones de los últimos años ha sido sustituido por un escepticismo sólo roto por esporádicas declaraciones. En este contexto, la izquierda ha mantenido una posición prudente e incluso se ha escuchado alguna crítica por parte de miembros del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP). Todo el mundo sabe (también Abbas), que ninguna declaración significará la victoria inmediata. Aunque la indefinición en la que se ha movido la propuesta, de la que apenas se conocen detalles, ha dificultado la creación de un bloque del «no». En principio, y mientras que no suponga una pérdida de derechos ya reconocidos, todo lo que sea aceptación internacional se considera un avance. Pero los críticos creen que Abbas no ha dejado suficientemente claro cuál sería el papel de la OLP en caso de que Palestina fuese aceptada como Estado o en qué lugar quedarían los refugiados (Pradilla, 2011).
Esta es actualmente el status de una lucha de medio siglo encabezada por las actuaciones de quienes defienden los intereses imperialistas en el Oriente Medio.
I. La locura que ha amenazado y sigue amenazando al planeta (Historia reciente)
El conflicto entre el pueblo palestino y el israelita se inicia dese la creación del Estado de Israel en 1948. La disputa nació por el control sobre un territorio, en el cual las potencias europeas jugaron un papel fundamental puesto que las causas reales de dicho conflicto son profundamente políticas y económicas.
Durante más de cuatrocientos años los judíos estuvieron sometidos al imperio Otomano. Pero con la Primera Guerra Mundial cambia la correlación de fuerzas y caen los poderosos imperios austro-húngaro y el turco-otomano. Palestina era para ese entonces un territorio de dominio árabe, pero con el surgimiento del movimiento sionista y sus intereses este territorio se convertirá en centro de disputa como lo es en la actualidad, confluencia de intereses neocolonialistas e imperialistas en Medo Oriente.
El Sionismo
El sionismo surge en Europa a fines del siglo pasado, como un movimiento nacional judío, cuyo objetivo era crear en Palestina (entonces provincia otomana), un Estado judío, como forma de reparar las diferencias de situación entre las poblaciones judías de Europa Occidental y de Europa Oriental, dado el proceso histórico, diferente en ambas partes del continente europeo. Esto significaba permitir a la diáspora judía, volver a la tierra de sus ancestros: la llamada Tierra Prometida.
Como corriente nacionalista, este movimiento tiene como idea central: el derecho de cada comunidad nacional a obtener una soberanía completa sobre su territorio nacional. Como corriente mística, este movimiento es mucho más antiguo y tiene sus raíces en el judaísmo y la conciencia colectiva del pueblo judío. Desde la destrucción del Templo de Salomón, la idea de volver a Sion, a Palestina estuvo siempre presente en el imaginario del pueblo judío.
El ideólogo de este movimiento fue Theodor Herzl, quien en 1897, creó la Organización Sionista Mundial. El objetivo inicial de esta institución era instalar en Palestina, colonias judías, con autorización del Sultán turco, siguiendo el modelo de las compañías inglesas de colonización. Junto a la misma, se instauraron otras tres organizaciones: "The Society of Jews", que fijó las bases políticas y culturales del Estado, "The Jewish Colonial Trust", que aportó los medios financieros para el desarrollo de la colonización judía de Palestina y el Fondo Nacional Judío, que tuvo por objeto la compra, el desarrollo y la reforestación de tierras en Palestina, que se convirtieron en propiedad inalienable de los judíos.
El colonialismo.
Durante la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña consideraba a Palestina una región muy importante para la seguridad y desarrollo de la India y para el control del Canal de Suez. Por ello la potencia europea inicio tres tipos de negociaciones paralelamente.
La primera fue con los integrantes del Movimiento Sionista, quienes buscaban reconocimiento internacional formal a sus aspiraciones. En 1914, la decisión británica de favorecer la destrucción y el desmembramiento del Imperio Otomano benefició la acción de este movimiento, en la medida que eliminó el control turco sobre Palestina y le dejó el camino libre para cumplir sus objetivos.
La decisión británica fue tomada por el movimiento nacional sionista como el punto de inicio de los contactos con los británicos, a los efectos de obtener el establecimiento de un protectorado británico sobre Palestina y de plantearles el tema de la creación de un hogar nacional para los judíos en ese territorio.
En segundo lugar, estableció negociaciones con el movimiento nacionalista árabe anti turco, a los efectos de lograr el apoyo árabe en la guerra. A cambio Gran Bretaña, les prometió crear un gran Estado árabe independiente de toda influencia o control extranjeroEn cuanto a Palestina, los negociadores árabes y británicos entendieron que su situación debía ser objeto de futuras negociaciones.
Por último, estaban las negociaciones británicas con sus aliados (Francia y Rusia), para firmar un tratado de distribución de territorios y zonas de influencia en el Cercano Oriente entre los tres, luego de la derrota del Imperio Otomano. Estas negociaciones tuvieron dos resultados concretos. Por un lado, estaba el Tratado Sykes-Picot entre Rusia, Gran Bretaña y Francia. Con relación a Palestina que era reclamada por las tres potencias signatarias, por distintas razones, sería gobernada por una administración internacional. Este plan era absurdo, en la medida que dejaba a ciudades históricas, cultas y civilizadas bajo dominio colonial europeo y el interior desértico, habitado por beduinos nómades como estados semi - autónomos.
El segundo documento en el que resultaron estas negociaciones, fue la Declaración Balfour. Esta declaración fue el producto de un cambio en las circunstancias políticas al interior del gobierno británico así como también en el plano internacional. Al gabinete británico ingresaron dos simpatizantes de la causa sionista: Lloyd George, como Primer Ministro británico y Lord. Balfour, como Secretario del Foreign Office. A este hecho, se sumó el ingreso en la guerra de los Estados Unidos en dónde la comunidad judía era muy poderosa.
Este fue el paso inicial para que el sionismo esparcido por el mundo a causa de la diáspora[1], emprendiera una campaña por todo el mundo para instalarse en Palestina.
Por estos años, Europa avanzaba a pasos agigantados hacia un conflicto armado entre Gran Bretaña y las potencias del Eje. Esto hizo que para Gran Bretaña fuera una cuestión vital apaciguar la hostilidad de los árabes de Palestina y acercarse a la población palestina de origen árabe, para evitar que los países árabes vecinos y especialmente Egipto, chocaran con los intereses británicos en la región - el Canal de Suez y el petróleo - y que se acercaran a las potencias del Eje.
El Imperialismo
La Segunda Guerra Mundial colocó a los judíos de Palestina en una situación muy especial, mientras luchaban internamente contra las disposiciones de la administración británica de Palestina, apoyaban externamente el esfuerzo británico durante la guerra, en su lucha contra un enemigo común: la Alemania nazi.
Cuando esta amenaza cesó, priorizó la defensa de sus aspiraciones nacionales. La restricción de la inmigración judía y la organización de la inmigración clandestina, agravó el relacionamiento entre las organizaciones sionistas y en especial la Agencia Judía y la potencia mandataria, degenerando incluso en una verdadera guerra de guerrillas, con atentados contra las instalaciones de la potencia mandataria, por parte de las organizaciones paramilitares sionistas.
Este deterioro de las relaciones anglo-judías llevó a que distintas organizaciones sionistas buscaran atraer el apoyo estadounidense para su causa nacionalista.
La excusa definitiva para el logro de los objetivos sionistas fue el Holocausto Judío, que les permitió legitimar dicha acción, establecerse en territorio palestino gracias al beneplácito de las Naciones Unidas, y como parte de una estrategia de las potencias europeas para intervenir en las cuestiones de Medio oriente
El enfrentamiento se da entonces entre dos fuerzas desiguales, uno es el Estado de Israel y el otro es un movimiento de liberación nacional, que ya lleva 30 años encargado de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Debido a esta desigualdad de fuerzas, Israel ha podido ocupar el territorio en donde se encontraba la base del Estado palestino y mantener bajo control militar a la población árabe autóctona de este territorio, lo cual ha provocado la violación de los derechos fundamentales de esta población.
Desde finales del siglo XIX, el sionismo planteó el regreso del pueblo judío a Palestina y la creación de un Estado nacional propio. Este planteamiento era funcional al colonialismo francés y británico, como lo sería después al imperialismo yanqui. Occidente alentó y apoyó, desde siempre, la ocupación sionista de Palestina por la vía militar.
II. La locura: entre los locos locos, los locos buenos, y los locos malos. (Actores e intereses)
Tras la muerte de Yasser Arafat líder de la OLP y Presidente de la Autoridad Nacional Palestina en el 2004, se fracturó la postura palestina, entre el partido Al Fatah, y el creciente entusiasmo que despierta Hamas y su política anti-israelí.
En el problema que plantea Palestina ante la 66° Asamblea General de la ONU, los diplomáticos palestinos tienen en el bolsillo el voto de siete de los quince miembros del Consejo de Seguridad que tendrán que decidir sobre su aceptación como Estado de pleno derecho. El ministro de Asuntos Exteriores de la Autoridad Palestina (AP), Riad Al Malki, aseguró en Nueva York que ya han obtenido el «sí» de Gabón, por lo que necesitarían otros dos avales para lograr el reconocimiento, que solo sería impedido si EEUU (o alguno de los miembros permanentes) lo impide.
«El tener esos nueve votos podría cerrar el camino a Estados Unidos», aseguró Al Malki, que confió en poner en aprietos a Washington. A nadie se le escapa que un veto en esta situación perjudicaría enormemente los intereses de Obama en la región. Un extremo reconocido incluso por el gobierno israelí. «El estatus diplomático de EEUU se verá afectado, primero, como mediador del conflicto y, después, en el mundo árabe».
Por otro lado, están los intereses de las potencias Imperiales, encabezados por los Estados Unidos. La administración que dirige Barack Obama, alineada con Israel, ya ha advertido que se opondrá a la solicitud de Mahmud Abbas, pero teme que el veto perjudique su imagen ante el mundo árabe, por lo que no esconde su preferencia por que los palestinos no obtengan los votos suficientes o sean rechazados por otro de los países con derecho a veto. Así no tendrían que verse forzados a escenificar su apoyo incondicional al Estado hebreo.
Basta leer el siguiente fragmento tomado de un trabajo de tesis de la Universidad Militar de la Nueva Ganada en Bogotá, Colombia, para corroborar cual es la tesis que defienden los aliados de los EEUU y del Estado de Israel.
“Quizás hubo un exceso en el uso de la fuerza, pero es que se escudan en la población civil o en locaciones protegidas por la legislación internacional para perpetrar los atentados contra el norte de Israel, así que lamentablemente se produce la muerte de civiles en el conflicto, pero por encima está la necesidad de paz al interior del país, sino era ahora, las cosas iban a continuar en un tire y afloje improductivo respecto a una paz duradera; los 1400 muertos tienen que hacer reflexionar a los habitantes de Gaza que Hamas no es la mejor opción, contrario a eso, colaborar en el desmantelamiento de la organización terrorista puede ayudar a fomentar el equilibrio y armonía entre las partes” (Betancourt, 2010).
Ante estas posturas la preocupación aumenta, puesto que en los países que mantienen relaciones con Estados Unidos, tanto en América Latina, como en Europa, se manifiesta un creciente interés por mantener en conflicto esa región del planeta.
No obstante, la solidaridad internacional con la causa palestina crece cada día. Nuestro país es uno de los que encabeza la vocería en solidaridad con Palestina. El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, catalogó de “monumento histórico al cinismo” el discurso de su homólogo estadounidense, Barack Obama, en la Asamblea de la Organización de Naciones Unidas, en el que rechazó la solicitud de adhesión de un Estado palestino y afirmó que como se actuó en Libia es una de las formas para conseguir la paz. Chávez hizo un nuevo llamado a los gobierno de Suramérica a blindar a la región para convertirla en una zona de paz y evitar intervenciones similares a las del Medio Oriente y el Norte de África. “Desde aquí debemos irradiar al planeta, en esta parte del continente está la salvación del viejo mundo, desde aquí sale la razón, la ética, la nueva política, moral y social para salvar al mundo”, sostuvo.
Conclusiones
La decisión, está en manos de quince Estados: los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (EEUU, Gran Bretaña, Estado francés, Rusia y China) y Bosnia, Brasil, Colombia, Gabón, Alemania, Portugal, India, Líbano, Nigeria y Sudáfrica. En caso de que la propuesta no pasase el trámite del Consejo de Seguridad, los diplomáticos palestinos podrían recurrir a la Asamblea General, donde solicitarían incrementar su estatus. Ese estatus es el mismo que tiene ahora el Vaticano o el que tuvo Suiza hasta 2002, y para lograrlo se debe lograr la aprobación por la mayoría de los votos en la Asamblea General. Por el momento, ya tienen el apoyo de más de 120 países de los 193 que componen el órgano.
Israel por su parte se pliega a su política de no reconocimiento de un Estado Palestino. Ouzi Landau (del Israel Beiteinou, el partido de la derecha nacionalista de Avigdor Lieberman) ministro de infraestructura nacional señaló: “Nosotros deberíamos imponer entonces nuestra soberanía sobre los Territorios (palestinos ocupados) sobre los que hay consenso en Israel (sic), es decir el valle del Jordán y los grandes blocs establecidos”. Estas amenazas evidencian que el Estado sionista de Israel no tomará en lo absoluto una postura de negociación más allá de las apariencias formales de las salas de la ONU.
Hace unos meses Benyamin Netanyahu, repitió a los EE.UU. ante el Congreso, los grandes lineamientos de su proyecto que en síntesis rechaza las fronteras de 1967, el desmantelamiento de las colonias y el congelamiento de las construcciones, el retiro de Jerusalem Este y todo reconocimiento a los refugiados palestinos. El Estado palestino que declara estar dispuesto a aceptar, se reduce a una serie de enclaves sin continuidad en un parte de Cisjordania, sin viabilidad, sin Jerusalem. Y con el persistente bloqueo a Gaza. Esta postura ha afectado incluso sus relaciones con antiguos aliados como Turquía, un pilar de la OTAN que después de haber pedido vanamente las excusas oficiales de Tel Aviv por el asalto sangriento contra el “Mavi Mármara” en mayo de 2010, anunció la suspensión de los intercambios con Israel en materia de defensa y su intención de dirigirse a la justicia internacional en relación al tema del sitio israelí a Gaza. Una tensión que inquieta a Washington.
La gran mayoría de los 193 estados de las Naciones Unidas ya han manifestado su intención de reconocer al Estado de Palestina dentro de sus fronteras de 1967 (Cisjordania con Jerusalem Este y la franja de Gaza es decir un 22% del territorio del mandato palestino) como su miembro 194 (Avran, I. 2011). España e Irlanda apoyan el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación y están dispuestos a reconocerlo inmediatamente según lo han declarado voceros políticos. Alemania, Italia, los Países Bajos, y Bulgaria se oponen en nombre de la primacía de una negociación que los dirigentes israelíes se empeñan en transformar en proceso vano y perpetuo. Francia ha señalado la urgente necesidad de crear el estado palestino, definiéndolo como la mejor garantía de seguridad para Israel, pero su diplomacia intenta soslayarlo insistiendo en seguir con las conversaciones directas (Avran, I. 2011)
Sin embargo, el reconocimiento por parte de la ONU, un organismo caduco que ha ido perdiendo legitimidad debido a su inacción sobre temas de crucial importancia para el destino de nuestras naciones, no garantiza para Palestina una mejoría en su situación.
Referencias Bibliográficas.
AVRAN, Isabelle (2011) Estado palestino, crear la relación de fuerzas. Recuperado el 23-09-2011 en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=136136
BETANCOURT, Jaime (2010) Palestina-Israel “un conflicto de nunca acabar”. Biblioteca digital Repositorio documental Universidad Militar de Nueva Granada. Recuperado el 23-09-2011. En: http://hdl.handle.net/10654/723
BRUNETTO, María José (S/F)) El proceso de creación del Estado de Israel: ¿origen político de un conflicto sin fin en la región del Cercano Oriente? Recuperado el: 22-09-2011.
CHÁVEZ, Hugo (2011) Declaración de Independencia de Palestina Carta del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, al Secretario General de las Naciones Unidas. Recuperado el: 22-09-2011.
GRESH, Alain (2002) Israel – Palestina: Verdades sobre un conflicto. Editorial Anagrama. Barcelona.
PRADILLA, Alberto (2011) Iniciativa palestina ante la ONU. Un apoyo matizado a la espera de que Abbas concrete su plan. Recuperado el: 23-09-2011. En: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=136152
VALDERRAMA, Vivian (S/F) Conflicto Israel – Palestina. Biblioteca digital Repositorio documental Universidad Militar de Nueva Granada. Recuperado el 23-09-2011. En: http://hdl.handle.net/10654/723
[1] Investigadora del CEEP de la Universidad Bolivariana de Venezuela.
[2] En la actualidad, con este nombre, se conoce a la región situada entre el Mar Mediterráneo y el río Jordán. Esta región comprende unos 27.000 kms2. Históricamente, los primeros en emplear este nombre fueron los romanos, cuando gobernaron este territorio, que en la época antigua tenía un tamaño mayor1 y estaba habitada por cananeos, fenicios, antiguos israelitas y macabeos. En la época de la dominación romana, este territorio estaba dividido en tres provincias administrativamente. De esta época data la expulsión de los judíos de su tierra prometida por Yahveh. A lo largo de la historia, esta región atravesó por distintas dominaciones bizantina (siglos III – VII), árabe (siglos VIII – XIII) y otormana (siglos XIV – 1918).
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